Los centros educativos son un paraíso para que los microbios potencialmente perjudiciales se propaguen rápidamente. Nuestra piel segrega naturalmente un aceite que la ayuda a mantenerse hidratada, pero que constituye el lugar perfecto para que los microbios crezcan y se multipliquen, porque ayuda a que se queden “incrustados” en nuestra piel. Nuestras manos recogen fácilmente microbios perjudiciales de todo nuestro entorno, de las superficies que nos rodean, e incluso del aire. Estos microbios perjudiciales pueden propagarse rápida y fácilmente de un niño a otro a través del tacto, y pueden hacernos enfermar si los tragamos.

Lavarnos las manos es uno de los mejores mecanismos para detener la propagación de los microbios perjudiciales y evitar que nos hagan enfermar.

Esta unidad didáctica le ayudará a enseñar a los niños por qué es importante la higiene de manos y cómo ponerla en práctica.